Thursday, July 06, 2006


Adoptar una Ilusión

Son muchas las historias con las que nos hemos encontrado en este nuevo camino. Las más recientes, estas que son las de algunos profesores de la Universidad de Navarra, quienes han visto crecer sus familias, gracias a la adopción; en estos casos particulares, con niños de diversas latitudes. El corazón se ensancha cada vez que encontramos que hay tantos padres que han querido vivir una experiencia como la que tenemos ahora.

Seguimos preparándonos en el proceso. La próxima semana tendremos una cita más en el Bienestar. Los amigos que se han unido a "la causa", nos han rodeado de mucho cariño y atenciones. Y una que otra "herencia", de las que próximamente tendremos fotos cuando empecemos a ambientar la habitación del nuevo miembro de la familia. Por ahora, hay que seguir adelante, con calma; pero con la misma ilusión del primer día.

Los dejamos con las historias:

Del Periódico Redacción
Campus de la Universidad de Navarra. España
Abril de 2006.

Lucas no sabía sonreír ni dar un beso. Entonces tenía 3 años y un acento chileno que apenas se percibe hoy, tras una década en España. Sus padres, Javier Guembe y Ana Villaro, se sienten tan orgullosos de él como de cualquiera de sus tres hermanos pequeños: Santiago, Javier y Paula Jun. Los seis han formado una familia gracias a la adopción internacional. Javier, director del Área Económica y Financiera del campus, y Ana, profesora de Histología y Anatomía Patológica, comenzaron esta historia en 1996, cuando trajeron desde Chile a Lucas. “Elegimos Sudamérica por el idioma y porque aún no estaba en boga adoptar niños de Europa del Este o China”, explican. Luego, vinieron desde el mismo país Santiago y Javier; y por último, Paula Jun, que, procedente de China, ha contribuido a “dulcificar a sus hermanos”.
La adopción internacional también supuso una alternativa para José López Guzmán, director del Máster en Bioética, y Ángela Aparisi, directora del Instituto de Derechos Humanos, quienes reconocen que en España “resulta muy difícil”. En su caso, esperaron durante cinco años la llegada de Pilar, una niña muy cariñosa, que trajeron de Colombia con 10 meses. Su mirada significó un antes y un después en ese viaje, pero también en sus vidas. “Cuando la vimos, comenzó una nueva etapa: ‘¡Somos tres en la familia!’”. Ahora, Pilar tiene 9 años y ellos se hallan inmersos en un nuevo proceso de adopción, esta vez en Bolivia.
José Ignacio Monreal, profesor de Bioquímica, y Consuelo Pérez sufrieron casi tres años de ‘embarazo’ administrativo para conocer a Josiane, Josimar y Giovane. El encuentro se produjo en el despacho de la asistente social del juzgado, ante el abogado, un traductor y una nube de funcionarios. “No es el mejor entorno para suscitar confianza y nos costó varias horas comunicarnos”, relata este profesor, quien se desplazó a Brasil junto a su mujer y sus dos hijos biológicos, Pablo y José Ignacio. Con el benjamín, Santiago, ya son ocho en el ‘clan’.
Muy diferente es la historia de Concha Iriarte, profesora del departamento de Educación, quien describe su proceso de adopción como “meteórico y precioso”. Realizó su primera gestión en septiembre de 2003 y en poco más de un año observaba las primeras fotos de su hija Julia Zhenying (que significa delicada y valiente en chino) en un orfanato de Jiangxi. Nunca olvidará ese día: “Estaba en la biblioteca haciendo fotocopias y sonó el teléfono”. Después, el primer contacto resultó muy duro: “No la reconocí: le habían rapado el pelo, tenía la piel rota por el frío, y ardía. Pero nada es comparable a la emoción de tener a tu hija en brazos”.

Como el “gordo” de la lotería
Desde China llegó también Itxaso Rui Fang, cuyo segundo nombre significa ‘buen olor y buena suerte’. Suerte, la que tuvieron Carmela Pérez-Salazar, profesora de Lengua Española, y su marido Fermín Elizalde cuando la adoptaron. De hecho, para su madre fue como “el gordo de la lotería”. Antes de iniciar los trámites, ya tenían dos hijos, Nicolás y Juan, que “al enterarse de su origen, querían que se llamara ‘Mulán’”, comenta entre risas Carmela. Del viaje, recuerda que “llegó en autobús. Tenía una mirada infinita y tardó dos días en reírse. Hoy es una niña maravillosa, aunque conserva cosas de orfanato; es pura disciplina”. Camila y Alexis son hermanos biológicos y naturales de Chile. “Mi mujer y yo optamos por la adopción internacional a los tres años de casarnos, ya que la concepción de hijos conllevaba suspender la medicación que Inés toma para la artritis reumatoide”, afirma el Dr. José Leiva, director del departamento de Microbiología de la Clínica Universitaria. “Tras nueve años de ‘luna de miel’ nos hemos realizado como padres”. Una experiencia que, según el Dr. Leiva, ha dado a sus vidas un giro de 180º.

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